domingo, octubre 08, 2006

Encontrándome

Aquí una vez más, encontrándome a mi misma, encontrando a esta Buenos Aires que siempre, aunque me cueste, consigo que me robe una sonrisa…

Fin de semana, mi cuerpo me hace trampa y me la pasó en cama… No termino de entender que es lo que me está pasando, pero me da bronca, mucha, quiero salir a disfrutar de la primavera que recién asoma, del aroma a flores que tímidamente le van ganando espacio a el gris Buenos Aires… Como aquel otoño, esta primavera también tiene la medida de un año, un año de búsquedas incesantes, de viajes, de noches, de alcohol, de sexo, de amigos de la noche, de pasear, de huir, de aprender a disfrutar de días soleados… un año de aprendizaje…

Y así, este fin de semana soleado, me invade la compleja, absurda, contradictoria sensación de no poder estar sin vos y de necesitar estar sin vos…

La dificultad de aprender a ser dos…

Las ganas de intentarlo…

Tus miedos que se hacen ambigüedades, mis miedos que hacen de tus ambigüedades la culpa de tenerte a mi lado.

La dificultad de aprender a ser dos…

Las ganas de intentarlo…

Y así andamos…

Intenté contarte lo que me pasa, y una cosa llevo a la otra, y la tristeza de sentir que nos queremos juntos y no nos sale, nos cuesta… La certeza de que vamos a lograrlo…

Finalmente vos te fuiste, y yo salí con vos… Necesitaba perderme en la ciudad y empaparme de Buenos Aires, sentir la soledad de encontrarme a mi misma y que eso no signifiqué que no existe nosotros…

Me preguntaste donde iba, querias llevarme en tu auto… creo que te ofendió mi negativa, o quizás fue sólo tristeza…

Quería decirte que te quiero a mi lado, pero que me necesito mucho… Me di cuenta que era imposible, que sólo el tiempo, la experiencia, las palabras y las peleas, nos van a ir dando nuestro espacio…

Así que te di un beso y te dije chau, mientras el sol me acariciaba la cara con una sonrisa de melancolía y el Parque Lezama volvía a esperarme con sus sorpresas de Domingo por la tarde, con su gente, con los niños tirandose en carritos por sus barrancas y los viejos jugando al ajedrez, desafiando a su propio destino.

Y la esquina de aquel viejo bar que ya no existe me incitaba al paseo turístico, a la feria de antigüedades, a ese híbrido en el que se convierte San Telmo los fines de semana, mezcla de tango y cosas viejas, turistas, artesanías únicas y artesanías industriales, español, porteño, inglés construyendo un nuevo idioma…

Compré un pan relleno y me fui de paseo, hacia ningún lado, hacia Buenos Aires y sus rincones…

Caminé largo rato, pendiéndome entre los turistas y confundiéndome con ellos, jugando a ser anónima en esas calles que marcan mi historia.

Recordé que entre tantas cosas que hay en San Telmo hay una feria donde trabaja un artesano que conocí en mi último viaje… Lo busqué, lo encontré y con él a muchos personajes más de Buenos Aires que me invitaron a tomar mate mientras la noche le ganaba a la tarde y el sol le daba lugar a la brisa fresca de primavera…

Escuche tangos, candombes y una murga nos acompañó hasta que nos fuimos, cuando las calles de San Telmo ya no eran más que un puñado de gentes desarmando el híbrido creado para los fines de semana…

Y allí, mientras Buenos Aires me invadía de sus personajes en una ronda de mate improvisado, recordé cuanto me gusta estar conmigo… Respiré hondo y me desafié a no perder esos momentos…

Y antes de irme, mi artesano-amigo-de-viaje me regaló un llamador de ángeles, que guardé para tu mamá que pronto cumple años… Y sentí que de a poco voy encontrándome / encontrándonos…

Gracias Buenos Aires, una vez más