martes, abril 11, 2006

El final acercándose, las miserias asomando

La noche apenas comienza a ganar la tarde, en ese instante preciso en que aún no está lo suficientemente oscuro para prender las luces ni lo suficientemente claro para estar sin ellas. Momentos contradictorios, uno más de todos esos que nos invaden en la vida cotidiana.

El Parque Lezama me encuentra una vez más con su mística, su misterio, sus pasillos escoltados por jarrones que resisten al paso del tiempo, almas solitarias en búsqueda de paz urbana, gatos aportando mística, algún niño desafiando a la gravedad carrito abajo, pájaros taciturnos y a lo lejos la ciudad que regresa a sus hogar en la rutina cotidiana.

Camino.

Recuerdo.

Él. Una vez más él. Sólo que esta vez él no es nadie, o quizás son todos, o tal vez es mi elaboración de todos ellos.

Ella. Compañera soledad de momentos en que me elijo.

Ellos y ella en un combate permanente.

Me siento en un banco, y me encuentro.

Quizás por vez primera logré entender que puedo hacerme compañía y no esperar que el otro (algún otro) me complete.

El otro, la búsqueda incesante de años, la sensación de no ser, el miedo a mi misma invadiéndome, arrastrándome a obsesiones, caprichos, relaciones vacias, relaciones perversas, relaciones ficticias, y la constante sensación de estar viviendo en cualquier lado menos en el lugar en el que quería estar. Moverme, constantemente, fragilidad de vínculos, fragilidad de mi ser, llanto acumulado en el día que estalla por la noche.

Historias, muchas, y todas marcadas por mi vacío interno, la sensación de no querer estar ahí, el cariño, la obsesión, la angustia confundida con el amor

Años de angustia acumulada que estallaron en este mismo parque en el que ahora me encuentro, relajada, con una sonrisa dibujada en el rostro, una mirada fija a los ojos que me juzgan y una dejo de melancolía que aún no se borra de las mejillas.

El estallido se produjo una mañana, tal vez ya mediodía, de esos días de inviernos soleados pero extremadamente fríos.

La mañana anterior te habías ido sólo de mi casa, rompiendo un ritual que había comenzado nuestra primera noche juntos, dejándome el llanto, la impotencia de decidir, la clandestinidad de mi sufrimiento, de un nosotros que nunca fue tal.

Ese día senté a mis compañeras, a tus amigas (¿alguna vez fueron amigos o simplemente se dedicaron a jugar a eso ocultando cada posible conflicto) y les conté lo nuestro, la clandestinidad, la mentira oculta de meses, mi dolor, mi necesidad de vos, mi miedo de vos, el dolor que me causabas, el sentimiento de culpa, la miseria de lo nuestro, lo mediocre. Quizás ese fue mi último gesto de resistencia a tu dominación, frente a tu negativa me senté con ellas y escupí mi sufrimiento reprimido por años.

El odio acumulado en forma de impotencia, la tarde de protesta en la ciudad sitiada, ganar las calles casi como un ejercicio de catarsis.

Compulsión.

Impotencia.

Compulsión.

Huir de mi casa, espacio en el que me siento atrapada. Huir una vez más de aquel lugar del que te había entregado la llave de mi ser para refugiarme en la noche mística de Buenos Aires que todo lo olvida bajo un vaso de alcohol.

Aventurarse a esa aventura citadina que te sorprende a la vuelta de la esquina, con una fiesta donde aquel viejo amigo que me roba sonrisas iba a estar. Me lo había comentado casi al pasar. Y allí me encuentro, en la fila de una fiesta que nunca avanzaría. Entonces ideamos la manera de entrar. Esa noche necesitaba a mi amigo. Lo logramos, una vez adentro las desventuras noctámbulas decidieron que el estuviera afuera.

Celulares de por medio nos encontramos.

Una vez más algún bar de la ciudad nos embriagaría y envolvería en esa felicidad momentánea de vasos de cerveza y copas de vino.

Tus amigos, los míos, nosotros.

La tristeza recubierta de amistades, noche, vino, música, compulsión.

Hacía frío, mucho.

El bar empezó a vaciarse y sólo quedamos nosotros. Sólo quería estar con vos, única manera de esbozar una sonrisa.

Tomamos el mismo colectivo, me pediste que bajé con vos.

No pude.

No pude.

Él, él que me había dejado esa mañana nunca se cansó de afirmar que en cualquier momento iba a engañarlo. En un juego perverso de profecía auto-cumplida para que no se cumpla se cansaba de repetir que yo iba a abandonarlo cuando cayera en las redes del sexo de otro hombre. En un juego perverso me cansaba de decirle que no, de implorarle confianza y jurarle amor eterno, un amor que a esta altura ya no sé si le tenía o se me había hecho carne-capricho.

No me fui con mi amigo robador de sonrisas, quien me dio un beso y se despidió hasta el otro día.

La culpa, el miedo, la impotencia, la obsesión de llegar a mi casa y no tener llamados tuyos.

Llamarte y que –una vez más de tantas- no me atiendas.

Dormirme presa del vino y la cerveza con deseos de no despertar, con temor de despertar y que mi cabeza ya no resista la obsesión de tenerte.

Dormirme y obligarme a dormir como la única receta infalible para no sufrir, para no llorar.

Y que el teléfono suene.

“Estoy en el parque, a la vuelta, bajá y venite para acá”

El Parque Lezama, fuente de mística, misterios, tragedias y amores, condensación de Buenos Aires, se convertía así en el escenario del final de una historia que siempre supe inviable, pero que nunca me animé a cortar.

11 Comments:

Anonymous Anónimo nos dice...

Me sentí buceando en el fondo del mar...

3:26 a. m.  
Blogger Just Me nos dice...

vi230850: Bienvenid@ y gracias!

4:59 a. m.  
Anonymous Anónimo nos dice...

HAY ESPACIOS IMPREGNADOS DE VOCES GRATAS... TU VOZ ES UNA DE AQUELLAS...

GRACIAS PORQUE LLEGUÉ HASTA AQUÍ...

10:23 a. m.  
Blogger No tan wonder woman nos dice...

Hay lugares q quedan siempre metidos en nosotros con cierto recuerdo, algunos nostálgicos.

10:52 a. m.  
Blogger Raphaela nos dice...

Lo clandestino es permitido, y más si es el llanto, la impotencia, la obsesión, las despedidas, abundan en mis marejadas lo que no sé, si las aguas son mis propias lágrimas...

11:21 a. m.  
Blogger Just Me nos dice...

Bienvenido blalih! Gracias por tus palabras...

Tan linda: Melancolicos y nostalgicos, lo importante es no quedarse en ellos. Pero como marcan lso lugares!

Ligeia: Lágrimas de impotencia, de obsesion, de despedida que abundan en el mar de aguas nuestras

11:37 a. m.  
Blogger Just Me nos dice...

Evy: Ud. entiende, que bueno poder compartir sentimientos...

1:56 p. m.  
Blogger Caperucita nos dice...

la venganza... se te mete por las entrañas siempre, al final es como un castigo propio, nunca ajeno.
decir adios, siempre duele.
que bueno que pudiste sentarte sin tener que esperar a nadie.
hay lugares que nos marcan, pero cuando menos nos damos cuenta le impregnamos otro significado, como tu banca en el parque.
besos!

8:51 p. m.  
Blogger Just Me nos dice...

Michelle: Bienvenida!!! Y si, a veces mata, pero es una hermosa ciudad para vivir, en todos los sentidos de la palabra vivir.

Cape: Es interesante como cada cual que lee hace hincapie en un asècto del relato. En su caso se quedo con la resigniificacion de los lugares y con no quedarse haciendose daño a uno mismo. COmo siempre, compartir con ud es sumamente interesante!

11:57 a. m.  
Blogger alasdemariposa nos dice...

Por más que un relato tenga una estructurado pre-determinada, con un fin que sólo el autor (en este caso autora) quiera darle; uno acaba concluyéndolo según tu realidad o deseo recóndito.

"Me siento en un banco y me encuentro" ¡qué imagen¡ ¡qué principio de armonia interna¡ se recorre un inmenso y tortuoso camino compuesto de amores y desamores para encontrarse... "con una sonrisa dibujada en el rostro"... eso es lo que quiero, eso es lo que espero. Aunque se que tengo que enfrentarme a mis fantasmas y demonios , muchas veces me asalta el miedo y la duda. Pero no deben ganarme más.
Para triunfar hay que perder...
Posiblemente para muchas mujeres y otro tonel de hombres crean que lo más fundamental es el amor a través de los otros. Yo creo que lo trascendental es mirarse y encontrarse....
gracias por ir...
un beso.

6:09 a. m.  
Blogger Just Me nos dice...

ALAS: Muy lindo comentario...
Sip, un inmenso y tortuoso (uff q tortuoso) camino para llegar a ese banco, no como el final de nada, solo como un principio de una forma de encarar als cosas diferentes....

Te seguire esperando

3:09 p. m.  

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